FILOSOFIA. La frescura de la creación






Con mis actitudes les pedí permiso. Flexione bastante mis rodillas y ya a la altura de ellos me descubrieron su mundo. Y con el respeto, como llave de entrada, se mostraron tal cual son, sin poses. Me abrieron las puertas para mostrarme sus necesidades, su inocencia, su ser natural, como es vivir siendo simple, sin miedos, sin agresiones, sin etiquetas, ni ambiciones impuestas. Me compartieron su vida real que los grandes mal llamamos “fantasía” o “burbuja de infancia”. Es tan real vivir así como que el sol existe. Y como éste último, ésta forma de vida es posible para todos. Gracias por recordarme...

la posibilidad de reír con un juego simple, gratis y que no me hace daño
que es posible hacer reír sin palabras ni imágenes groseras;
que puedo divertirme con libertad sin molestar;
que cuidándome podré divertirme mejor;
que aún en la que fuera la residencia de Napoleón hay lugar para andar en monopatín;
la necesidad de no tener que llenar el tiempo siempre;
que se puede convivir en paz si a la persona no se la agrede, ni presiona, ni manipula sus gustos;
la necesidad de tener tanto una mamá como un papá;
la necesidad de querernos y de protegernos;
la importancia, más allá del Derecho y de la Religión, de dar vida, de respetarla y cuidarla en todas sus etapas (inclusive desde la concepción): LA NECESIDAD QUE TENEMOS DE CONTAR CON LA FRESCURA DE LA CREACIÓN.

Texto: Eugenia Dieu. Texto registrado. Derechos reservados.

Foto: g.f.