LITERATURA. Amor sexual. Capullo Blanco

AMOR SEXUAL. CAPULLO BLANCO

Ella tenía una rosa blanca como toda mujer. La suya era igual a la de las otras, pero Ella había decidido intentar conservar el sentido para el cual se le había dado: ofrecerla como regalo para goce y signo de entrega amorosa real. Un regalo no se puede ofrecer a dos personas. En sí misma la rosa era hermosísima pero lo que la hacía maravillosa era su sentido: el amor. El amor que implica para algunas mucha espera hasta dar con aquel a quien entregársela de por vida. Cuando llegase Ese, él podría tener la seguridad de que los sentimientos de Ella por el él eran especiales y únicos. Juntos podrían vivir momentos íntimos que nadie más en el planeta podría tener idea. Su espera había hecho posible conservar todos los elementos indispensables para poder construir entre ambos un vínculo sólido para hacerse compañía: amor verdadero probado por la fidelidad y la castidad.

Sentía, y humana como todos, contaba con las mismas necesidades. Aún así, con titubeos, había conservado su capullo intacto. Sus manos ya sangraban por tenerla fuertemente asida tanto tiempo en espera de que el dueño de su corazón le diera una digna oportunidad. Sus espinas cada vez más fuertes le jugaban en contra ante sus necesidades de mujer y la ansiedad de tanto deseo de amar. Ella con la paciencia que sólo el verdadero amor puede dar, esquivaba como toda una héroe las burlas, las críticas y los pensamientos no acordes con los finos pétalos.

El privilegio de la alta cima es para quienes pueden mirarse con las almas desnudas, sin nada que esconder. Es así que ese sentir inigualable podrá conocerse, porque sólo la tinta pura podrá convertir a nuestro blanco capullo en la rosa del más rojo vivo que se abre al explotar de pasión por tanto amor.

Texto: Eugenia Dieu. Texto registrado. Derechos reservados